Tras la huella de la danta

Valle del Silencio, Costa Rica

En el albergue, profundo dentro del robledal, acariciado por las nubes y visitado por colibrís.

Jugamos naipe a la luz de las velas, Wist.

Luna llena. Todos duermen. Salgo por la pesada puerta de madera quitando el clavo gigante que hace de picaporte. Afilo el lápiz a la blanca y fría luz de la luna. Pienso que si hay un momento en el que todo es blanco y negro es este, a la luz de la luna llena y a 14 kilómetros del próximo ser humano, el solitario guarda parques, y después todavía más. Fuera de la influencia de cualquier luz artificial. Afilo el lápiz de carpintero con la cuchilla y puedo ver la madera brillar más clara después de cada filazo. Le siento la punta con el dedo y cuando pincha está listo.

Escribo un poco y tengo que parar y afilar otra vez.

Empezamos hablando de si habremos realmente llegado a la luna y lo raro que debe ser estar ahí. Lo raro que debe ser ver desde ahí la tierra. El tamaño y los colores. Ver media tierra, o un cachito de tierra. Hablamos de las tinieblas. Hablamos de Jaguares y del miedo. Pensar que una vez estuvimos tan conectados con la naturaleza como el Jaguar, quién merodea sin ninguna carga por el bosque. Teme, siente, le da miedo al animal nocturno el mismo miedo que nosotros al dormir en la noche? Yo duermo más tranquilo de día. Acá donde se puede sentir el jaguar, frío en la nuca, pasa una nube que oscurece la noche y me hace levantar la mirada. Viene otra, pasan de izquierda a derecha, rápido, sin tapar la luna totalmente pero ya no se ve para escribir.

Chamanes y Jaguares , Chamanes Jaguar y Jaguares Chamán. Invocarlos, hablarles, serlos.

Suena la rana campana, el viento, el río y tanto más, insectos.

Escribir

La luna tras las hojas que se ven negras ante el fondo blanco de nubes.

Tras la huella de la danta

Hongos, sol, dorado, viento, pava negra, río. Liquen. Binóculos como microscopio, rana de hojarasca. El clifbar se vuelve Lembas.

—Ustedes sí que van lerdos. —reclama La Maigre.

—Es que ustedes no han visto los mini mundos que hemos visto nosotros… —le contesta Nico con sinceridad absoluta.

Robles con sueta y bufanda, tejidas y adornadas con mucho más que musgo y bromelia. Lo que una foto nunca logra capturar. Ser un milpiés, se arranca el techo cuando cae un roble y se levantan sus raíces. El mundo en las copas de los árboles. Vivir y morir ahí. El sol. El viento. Caminar sobre el agua en la turbera, un bosque de helechos. Descansar. Sentir. Ser. Naturaleza. Agua. Descalzo.

Dejamos atrás solo el cansancio y regresamos al bosque . Ronda el quetzal, anunciando su presencia con su canto. Llueve y se ve increíble, las gotas destellan al reflejar la luz del sol, todo se ve dorado. Explosión de color en la garganta de un colibrí, el garganta de fuego. Llega un conejo a visitar bajo la lluvia. Carlos, paladín de la montaña con su machete por espada y botas de hule por caballo. Expedición nocturna. Ranas hembra y macho, grillos, una danta a la luz de la luna y una salamandra sobre el empapado musgo. Volvemos. Conejos.

Sentado en una ladera, viendo el bosque a la tenue luz de la luna. Sosteniendo una rama, doblándola sin quebrarla para que no obstruya mi vista. Pensando en todos los animales que andan por aquí en la noche, como si nada. En la inmensidad del bosque. El jaguar. Se me ajustan los ojos y me quedo viendo el pasadero, esperando la danta y tal vez temiendo algo más. Veo luciérnagas y las siluetas de los árboles. A pesar de la luna no hay mucha luz. Está nublado. Se me ajustan los ojos y veo todo tipo de formas en las sombras, mi mente está gozando, inventando y haciéndome ver cada cosa… Pienso que seguro esperaremos horas. En eso veo algo grande, una sombra entre las sombras, algo real, y por un momento me aterroriza que sea el Jaguar o la pantera, pero también quiero verlo. Veo que se va a meter en la maleza y prendo el foco verde. Se iluminan las inmensas nalgas de la danta. Me vuelvo a ver si Carlos la vio y cuando regreso la mirada ya desapareció. Pasó tan cerca y nunca rompió el silencio.

2 comentarios en “Tras la huella de la danta

  1. Espero que alguna vez tengás la suerte de ver un jaguar, un jaguar que antes de verte a vos ya haya saciado su hambre y entonces puedan solamente observarse el uno al otro con curiosidad y admiración.

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