El silencio del domingo

Suena el viento fresco viajando entre los árboles.

Cerca del río, la lluvia cae suavemente sobre los cafetales. 

Arriba, las copas de los viejos sabios gotean sabiduría del cielo hacia la tierra.

Décadas enteras se esconden en sus troncos llenos de bromelias…

Los inmensos poró gigantes 1 resguardan la vida.


Sigue cayendo una lluvia suave y tranquila, casi como una nevada relajada, de esas que amortiguan o cancelan todos los otros sonidos.


Una manta sagrada protege al domingo de la amenaza de las máquinas escandalosas y el corre corre endemoniado del esclavizante entre semana. 


La magia ancestral, Durga 2, feroz y cariñosa, abriga al silencio y a la naturaleza; a la paz.


Gloria al agua, 

la lluvia cae cada vez más fuerte, 

apacigua hasta las palabras, letras, conceptos, todo… 

Nirvana 3



 1 Erythrina poeppigiana

2 Una de las muchas manifestaciones de la diosa madre de todo el universo.

3 La cesación, la extinción de todo sufrimiento


Hoy

Las hojas secas crujen bajo mis pies.

Los tiempos están cambiando.

Lo que una vez fue,

hoy nutre lo que es.

El cielo está despejado.

El sol brilla en toda su gloria,

compartiendo su luz con todo el universo.


Mi corazón, sigue latiendo…

Suramérica

Una vez me fui a pasear a Suramérica, y volví casi dos años después. 

Otra me fui a pasear en un libro y regresé siglos después. 

Ahora no sé para dónde iré, y mucho menos, si volveré…

Por la línea del tren

Por la línea de la vida, 

Ruedan desbocados los vagones del olvido.

Los férreos rieles son las líneas que nos atan y liberan.

Todo esto, sobre los durmientes de los sueños…

Oasis

Atravieso la soledad en la oscuridad de la noche. Sobre opacas calles vacías voy a veces cuesta abajo y a veces cuesta arriba, sigo sin tregua en camino al lugar indicado. Voy siguiendo un hilo invisible de algo que siempre me ha guiado; El Camino Dorado

Recorro los silenciosos kilómetros sobre dunas negras que se tragan el brillo anaranjado de las luces del alumbrado sin devolver nada más que vacío y el aire frío se me mete en las orejas mientras sigo adelante con la mirada fija en la media luna que flota encima del horizonte. 

El camino es largo y es eterno, y de repente, en un instante, todo terminó. 

Llego al fin a la equis en el mapa y encuentro un portón cerrado, pero puedo escuchar voces que vienen del otro lado…

Aquí afuera las arenas del desierto azotan las rutas abandonadas en el olvido de la pandemia y la luna brilla distanciada, despidiéndose con un brillo amarillo antes de su retirada. Pronuncio el “Ábrete Sésamo” y salen a recibirme un par de beduinos con los que atravieso un portal a otra época… 

Entramos directo al Oasis, donde brillan las luces y la gente baila alegre al sonar de la música. “Sed alegres” se dijo una vez hace mucho y aquí, en el lugar menos esperado, encuentro que se sostiene un bastión de esa alegría. Veo gente viviendo la vida, disfrutando de la buena comida y bebida y compartiendo de todo en este juego de sueños y tragedias, todos bebiendo del cáliz de la compañía, eterna fuente de alegría. 

Un oasis en el desierto del Covid.

En un abrir y cerrar de ojos me devuelvo en el tiempo y en el canvas de mi mente se pinta con memorias un cuadro reluciente; el oasis de Huacachina en el desierto de Ica…  

Afuera, los vientos de la pandemia siguen moviendo la arena del tiempo, enterrando la camaradería, las amistades y las familias bajo las dunas de los años… Mientras aquí dentro, del pozo inagotable del ser, rellenado infinitamente por la abundante compañía, los camellos seguirán bebiendo galones y galones de gloria eterna, hasta la próxima travesía…

*Por lo menos, todavía se puede soñar¿Será, que estamos soñando despiertos? ¿Será, que esto también pasará? ¿Será, que hay rarezas con las que tenemos la suerte de topar, antes de que todo esto se llegue a acabar?

Un coyote

 

Un coyote aúlla en la cima de la montaña.

El viento se lleva su voz hasta el pueblo en el valle.

Un perro reconoce el sonido de su mejor amigo.

Sale sin hacer ruido y se brinca un portillo.

Corre a través de la oscuridad y escala la montaña de la noche.

En el tope está el coyote y por ahí va pasando la luna.

Se montan de un brinco y juntos se van a pasear… 

Los perros del atardecer

Ha llovido todo el día y llovió todo el día de ayer. 

Ahora sale el sol y se despide en un sangriento atardecer. 

Es un fuego que quema todo lo que el agua se llevó. 

Un cielo que se desprende de todo lo que fue. 


Un día más que nunca volverá.

Una noche nueva está pronta a llegar…


 Poco a poco va oscureciendo,

 Este día está muriendo.


En eso los terribles ladridos empiezan a aparecer.

Salen del otro horizonte como precediendo la salida de la luna llena.

Surcan todo el cielo, entran en nosotros y salen a la infinidad.

Le ruegan a la luna y a las estrellas;

 ¡Por favor, aunque sea una vez más, brillad!


Ladran, los perros del atardecer…

Tirado en la maca

Verdes palmeras brillan entre la bruma del mar,

me arrullan las olas que revientan sin parar.

De los almendros con sus hojas de colores, 

llueven estrellas en forma de flores.


El horizonte marino me invita a soñar. 

Alzo la mirada y veo una flecha de pelícanos pasar.

Una pluma trabada y el canto de un gallo.

Una pipa que cae y un hombre que se levanta…


Un aroma a café entra en mi mente,

¡Qué rico un yodo caliente!

Diarios del Carrocasa