Luz de luna

Flotando en medio de la bahía sobre la tabla de surf disfruto el final del día y el principio de la noche.

En la oscuridad del agua brilla azul algo que nada debajo mío. En el cielo la silueta de un pelícano trasnochado pasa volando bajo la media luna. La blanca luz transforma todo al blanco y negro en una escala de grises fundamental que me devuelve en el tiempo.

De pronto me siento expuesto en la oscuridad. Ocurre un cambio de guardia en el que los seres del día buscan refugio antes de que salgan las bestias de la noche. Veo a mi alrededor y me doy cuenta que estoy muy solo, todos se han refugiado y yo sigo aquí. La tranquilidad aparente y el silencio pesan en una oscuridad que los depredadores no comparten conmigo. Poco a poco me siento cada vez más en presencia de ojos que ven mucho más que los míos. No veo, pero soy visto. Levanto la mirada y las estrellas me dicen que es hora de partir. Escucho el estruendo de las olas reventando en las piedras de la punta y me alisto para lo que venga.

Una sombra negra se levanta mar adentro y remo con todas mis fuerzas, me levanto y forzando los ojos bajo la tenue luz de la luna logro surfear la ola hasta la orilla. Pongo los pies en la arena y corro playa arriba, perseguido por las olas de un mar de oscuridad. Siento el gran alivio de salir de las profundidades del miedo y camino rápido hacia una luz que me espera en el sendero, donde tengo escondidos un foco y las chancletas.

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